Es el momento del cambio y está demostrado, siempre es a mejor. Una Plaza de España oscura y arrinconada ha mutado en un espacio urbano que conecta, con un par de trazos, varios enclaves históricos imprescindibles de Madrid.

Nos sentimos parte de él. Prevalece la intención de dialogar con este espacio público a través de un mismo lenguaje de volúmenes contundentes, bancadas y jardineras; potenciando espacios intersticiales donde celebrar el gusto común por la gastronomía sencilla y de calidad.

Este espacio urbano, metáfora del cambio, es el espejo en el que se mira Lamucca para hacer una reafirmación de su identidad: partícipe, honesto y hecho con detalle (o con amor, ad claim LAmucca)

Con los pies en la tierra, trabajado desde el suelo, la arquitectura interior se levanta en materiales sencillos, honestos y naturales en un ejercicio de saber hacer que les otorga la dignidad que se merecen. En contraste, se descubren diferentes texturas, luces, paletas de color y guiños que añaden al visitante cierta sorpresa. Detalles que, al tacto, hacen sentir al cliente como en casa.

Dos volúmenes y la gran barra de servicio son los dos únicos elementos distributivos que nos encontramos en la planta, generando entre ellos un eje de recorrido longitudinal que nos presenta con ritmo las diferentes personalidades de los sucesivos comedores. Estos dos volúmenes revestidos de piedra compactada, van colonizando con el mismo acabado las estancias adyacentes a través de las bancadas. De esta manera, se crea una suerte de pieza única de diferentes secciones que va acogiendo cada una de las funciones del programa.

Enfrentado a esta pieza encontramos la barra y, detrás de ella, queda encerrado el corazón funcional del restaurante rematado por un rincón de café de especialidad.  El servicio de bebidas, café, pase de camareros y lavado de vajilla se concentra en esta área quedando coronado por un techo técnico. Este techo encierra todas las instalaciones y nos permite la renovación del aire en toda la planta sin que cualquier otro conducto quede a la vista. Toda esta acción se teatraliza con este último, un cambio a luz tórrida y un fondo de alicatado amarillo que es el color del buen estado de ánimo: estimulante e inspirador.